26. LAS SECUOYAS DEL BOSQUE DE VENTAIOLA
¿Qué pintan unas secuoyas procedentes de América en este rincón de mundo?
En el primer tercio del siglo XIX, dos pequeñas casas de confección de tejidos desaparecieron del pueblo para dar paso a tres pequeñas industrias textiles, ubicadas en Ca l’Artigas, Cal Pujol y Cal Costa. Utilizaban molinos y aprovechaban la fuerza del río Llobregat para generar electricidad.
Con el descubrimiento del carbón de Catllaràs y la posterior apertura de las minas, el censo del pueblo creció y las fábricas pronto se convirtieron en un gran motor industrial en la comarca.
Los propietarios obtuvieron una inmensa fuente de ingresos, adquirieron nuevas propiedades y mejoraron su aspecto para sacarles rendimiento.
El propietario de Cal Costa, Bonaventura Costa Collell, se hizo con los terrenos de Ventaiola, que aún forman parte del patrimonio familiar. La Casa de Ventaiola, que aparece en un documento de 1856, ha sido regentada por masoveros hasta la actualidad.
Bonaventura creyó conveniente plantar un bosque de pinos en esta ubicación y construir la Fuente del Roble junto a la masía.
Alrededor del año 1906, cuando Mossèn Ramón, fundador de las actuales escuelas del pueblo, regresaba de un viaje en América, el señor Bonaventura contactó con él para que trajese 6 secuoyas. Hoy en día permanecen en pie en la parte superior del pinar de Ventaiola.
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